Youtopia Club

Jamás fui de hacer mucho deporte, pocas veces en la vida estuve en un equipo y duré poco… La verdad es que en el colegio le hacía el quite por donde pudiera, no es que no fuese talentosa (en algunos nomás), pero me incomodaba, mi cuerpo de ese entonces no se acomodaba con el ejercicio y tampoco formaba parte de mis hábitos.

Durante un tiempo hice muchísimo Body Pump, cuando recién llegó a Chile, lo amaba, íbamos con una de mis mejores amigas, su mamá y la mía. para qué hablar del profesor, era un neocelandés guapo, las viejas se peleaban la primera fila para estar al frente de él y mirarlo de cerca. La motivación estaba clarísima en esa sala, verse y VER bien. Pero la vida da muchas vueltas, hasta el día de hoy, aún cuando está de vuelta en su país es un amigo cercano de la familia.

La época del BP duró un tiempo, pero después vinieron los últimos años de colegio, las crisis púber y más, y así me separé por completo del deporte. Más tarde cuando entré a la universidad, nos obligaban así que volví a formar parte de varias clases de Les Mills (Body Pump, Body Combat y Power Jump principalmente). También en algún minuto me metí a un gimnasio bastante pro. Pero insisto, el deporte no era parte de mi vida o mis hábitos, era una tortura.

Una vez que salí de la universidad me tomé un año sabático y por distintas presiones de la vida decidí que me tenía que amigar con el deporte, tonificar mi cuerpo y hacer que necesitara el deporte a diario. No fue fácil conseguirlo, la disciplina fue clave y pasar a amar el ejercicio fue un trabajo duro, pero mucha gente me ayudó. Empecé a hacer Iyengar Yoga con la profesora más seca del mundo (Paula Calderón) y un grupo de gente espectacular a quienes adoro hasta el día de hoy, hacía natación, aeróbicos en el agua, corría, pesas y hasta rowing. Estaba imparable, pero al principio no me daba ganas, era solo por verme bien y media obligada.

Fue más difícil aún cuando entré a la pega, estaba cansada, me daba flojera hacer deporte a las 6:00 AM o en la tarde hasta las 21:00… Me fui desanimando, me empezó a dejar de gustar mi club y iba todo en picada, pero sorpresa: MI CUERPO ME PEDÍA DEPORTE. Fue así como un día después de una clase de pizza en el Brunapoli del Mall Vivo me acerqué al Youtopia. Me daba miedo se veía grande y carísimo.

Imagen www.daw.cl

 

Entré y fue amor a primera vista. Que lugar más lindo, parecía el lobby de un hotel, el olor, la gente… Nada se parecía al gimnasio en el que estaba inscrita, y ojo que era de los buenos. Quedé impresionada y les pedí que por favor me hicieran un tour, que claramente no podía terminar en otra cosa que no fuese amor máximo. Además, me quedaba al lado de la casa, todo calzaba y pedí por favor un día de prueba, precios y demases.

Mi primer día es uno que jamás voy a olvidar, terminó en terremoto. Si, ese que hubo en el norte pero que se sintió hasta acá, el mismo. Estaba terminando de entrenar, encantadísima, todo era tan moderno, las trotadoras ufff, estaba loca. Y de repente todo se empezó a mover, no entendía nada, la muy huasa juraba que era una función de la máquina, pero no, era terremoto y me tuve que ir corriendo porque evacuaron el gimnasio. Esa noche decidí que no iba a pedir un segundo día ni nada, yo pertenecía a este lugar, que más que un gimnasio es un club del cual hoy no me imagino no siendo parte.

Este lugar me conquistó, desde su cafecito con todo tipo de cosas ricas y sanas, además de un sistema que le metes plata, pones la huella y listo, pagas, sin andar con la billetera circulando. Así funcionan varias cosas en el gym, es perfecto. El lugarcito además es muy bonito, dan ganas de instalarse con el computador a trabajar ahí mismo y no moverse más.

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Después de una imponente escalera están los camarines. Creo que he conocido pocos en mi vida que no tengan ese olor a perro mojado mezclado con vapor, bueno este huele casi que a rosas. Es ordenado, limpio y compartimentado, algo más privado e íntimo que esos tan abiertos, porque francamente no me hacía nada feliz ver a señoras haciendo el barco pirata en pleno camarin, tanta amplitud y soltura no es lo mío. La higiene es maravillosa y quienes se ocupan de eso son un amor, las duchas ricas y para qué hablar de la zona de spa: sauna, vapor, jazuzzi y más, todo impecable, ninguna vieja pilucha echándose cremas y una paz inigualable. Además se conecta con el spa y la piscina, todo muy bien pensado.

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Tiene un área clínica que la he usado bien poco, pero lo entretenido es que te obligan a hacerte una evaluación, que incluye una impedanciometría (para medir los porcentajes de composición corporal: grasa, músculo y hueso), evaluación física y un electrocardiograma. La idea es que uno esté cero kilómetros para empezar a hacer deporte. Después de eso viene una rutina personalizada que debe ir cambiando mes a mes.

Aquí la pulserita amarilla es una llave que abre casi cualquier puerta. No, jajajaja con ella cierras y abres cualquier locker de los públicos, hay otros que son privados y los puedes arrendar, se le asignan también a ésta. Además, contiene toda tu información, como si fuera un chip, entonces, al acercarla a una máquina con pantalla, podrás ver tu rutina o bien, sincronizar tu usuario. Cada uno tiene su perfil, con toda su información corporal, estadísticas de actividad y más. Además, puedo acceder a mis perfiles en todas las apps y se quedan con las claves listas, llámese Netflix, Youtube, Flipgram, Facebook, Skype y más. También hay tele, programas modernos para correr y más, yo con Netflix morí, me mando unos cardios de dos horas cada domingo.

Imagen cortesía Youtopia Club

 

El lugar es bonito, luminoso, amplio, es que jamás me siento encerrada y venir a entrenar aquí es tan distinto a estar en cualquier otro gimnasio. Acá estoy en paz, lo paso bien, jamás tengo a alguien encima esperando para usar algo, hay espacio para hacer ejercicios y no estar apretado, hay muchas áreas, hasta una para elongar, es bonito y a veces siento como si fuese mi segunda casa, porque siempre estoy allá. Lo rico además, es que como es un club, nos vamos viendo las mismas caras, los mismos en Spinning con la Carola, el grupo de Whatsapp de Body Attack donde nos obligamos a ir cada martes y jueves a saltar con la Clau, los profes que son una dulzura y de lo más preocupados, amigos de la vida, gente de la pega, hay de todo y verlos a diario me pone contenta.

Imagen cortesía Youtopia Club // Aquí mi clase favorita, Body Attack
Imagen cortesía Youtopia Club // Aquí varios del team Body Attack en la felicidad máxima

Las comodidades y cosas que me gustan de este lugar son miles, es tan perfecto que a veces las paso por alto porque ya me mal acostumbré a tenerlas siempre. Pero lo que no deja de llamarme la atención, es su onda, esa vibración, la energía de gente feliz haciendo deporte junta, de otra gente feliz impulsándote cada día a ser mejor… Tantas disciplinas, opciones, eventos para que nos entusiasmemos, regalos, buena música tecnología, los mejores profesores de Chile… Simplemente es todo. Es más, cuando me metí a uno de los mejores gimnasios de Nueva York pensé que este iba a ser una alpargata, pero la verdad es que lo único que le hacía la competencia a mi Youtopia, es que los profesores no eran los mejores del país sino que casi del mundo, y cosas tontas como que había desmaquillante, cotonitos, toallitas, tampax y de todo tipo de productos de Kiehl’s para cuerpo, pelo y cara.

Aún así, no sé qué haría sin este lugar, porque nada se compara a lo feliz que soy haciendo deporte aquí, es más, me faltaron fotos para mostrar todo lo que les cuento… Pero cuando venga un nuevo Fitness Fun Day les contaré más cosas entretenidas y ojalá con más evidencia, mientras tanto, si alguien quiere ir a probarlo no dude en decirme que feliz lo llevo! Y sino, pueden verlo en mis instagram stories!

 

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