El Toldo Azul – Camipot.com

El Toldo Azul

Bajo el toldo azul

Son pocas las veces que uno siente amor a primera vista, especialmente con un localcito que venda algo de comida. Pero lo cierto es que cuando me topé con El Toldo Azul, no pude más de amor, con el lugar, sus colores, personas y esa aura que describir cuesta muchísimo más de lo normal.

No pude evitar llegar un par de días más tarde a instalarme detrás del mostrador, a probar todos los helados, sentir aquellos embriagantes sabores, reír con sus dueños y saludar a casi todo el barrio de Isidora Goyenechea. No solo le metí conversa a medio mundo -que me encanta- sino que además acaparé la pega y serví helados todo el día, y lo amé… Si fuese por mi aún seguiría allá.

Mientras estaba en este lugarcito tan íntimo bajo su toldo azul, cerraba los ojos y me llegaba esa sensación de una heladería italiana de las que hay en los pueblitos de la Toscana.  Isidora desaparecía, yo me imaginaba una amplia plaza de adoquines con niños revoloteando por doquier mientras aprovechan los últimos rayos de sol veraniego.

En un pequeño muro de media altura se sientan todos quienes visitan este lugar, disfrutan de sus helados, los comentan, se ponen al día, uno picotea el del otro y gozan del vientecito que pega en la tarde después de almuerzo refrescándose. Con solo mirarlos da gusto, aquel que uno le da cuando ha hecho bien su trabajo.

Este lugar es tan cercano y pese a que al día de hoy abrió hace una semana y media, ya tiene caseros, esos que regresan a diario para probar nuevos sabores, preguntan por los maestros heladeros, saludan a los dueños y se instalan a cotorrear. Aquí todo se siente como una verdadera familia, especialmente cuando llegan las madres con sus hijos después del colegio, o las parejitas de enamorados después de almuerzo. Es íntimo y por eso mismo conquista de sobremanera.

Definitivamente esta apuesta de los dueños de Interdesign junto con Mathieu Michel y Carolina Labaki dio en el clavo con lo que le faltaba al barrio de Isidora Goyenechea, un poco de vida, sabor y dulzura, junto con otro poco de gente linda, amorosa y encantadora. Un verdadero oasis donde por unos minutos uno viaja a Italia para perderse en el sabor cautivante de un gelato artigianale de verdad…

 

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